lunes, 2 de abril de 2018

CUANDO CALLAMOS

Me gustas tanto que prefiero oírte a verte, verte a tocarte. Vienes cansada de hablar, te cansa tanto hablar que no puedes escribir. Estando contigo, estando sin ti tan triste como un café bien cargado, tan doloroso como el silencio. Estrangulado el sonido en mi garganta, se me queda en el tintero decirte lo que siento cuando no te veo, cada vez que te vuelvo a ver y vuelvo a por más de lo que tu me das. 
Colgado del timbre de tu voz interior, ahogado muy adentro de mi, a ras de la piel de mis labios ese beso que nunca pude darte ayer siempre promesa de mañana que no se cumple, que no llega a ser acto, ese deseo reprimido ad infinitum, momento perpetuo insoportable al alcance cada nueva vez.

Angélica rebelión de vástagos en un infierno infinito de gas metano al ritmo de tambores desorbitados. ¡Florece! ¡Desobedece! Desobedece al imperativo, niégate redonda como la manzana que muerde la muerte. hay que vivir y llegar a mañana siendo tu propio pasado, esa mochila de orden y circunstancias. todo bajo control, todo bajo su control. Voy a la puerta del castillo y de la torre cuelgan tus trenzas. Voy a arrancarte el pelo, a comérmelo cual de caramelo y regaliz. Miente el color de tu pelo y tus ojos, son otro color que no se puede mirar. Está casi todo por hacer y nada más que decir. Tengo celos de tu silencio porque no se quién te acompaña cuando no me hablas a mí.Cuando vuelvo de tí lo hago murmurando "los odio" tanto como te amo a ti. Quiero tener todo tu tiempo a mi lado. Quiero ver tu cara cuando te pienso y estoy sólo porque si no te desconozco y me pierdo tan dentro donde tú no estás más, más que intermitente. Háblame, hazlo, dímelo tú primero lo que estoy deseando decirte, hacerte, suplicame  que me lo digas, que me pidas que te lo pida y podré decirte todo cuanto esperas, todo cuánto callo.

DAVID

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