miércoles, 22 de enero de 2014

Juventud Prohibida



Mi juventud es muy diferente, bueno, creo que cada persona la vive de forma distinta a otra, por muchos motivos: educación, formación, entorno social y familiar, genética, etc.

La mía en particular es especial en cuanto a que no debería ser lo “normal”, al menos con veinticuatro años pienso así.

Entre risas alcoholizadas, vómitos y estupideces tales de los efectos de un vicio para mí en su momento “propio de la edad”, resacas llenas de risas tontas, temblores, malestar por lo acontecido y no recordado de un fin de semana cualquiera en el que yo tenía 17 o 18 años. Cada sábado lo mismo, salía, me lo pasaba en general muy bien pero no es la forma adecuada de divertirse. Alternando copas y chupitos , mezclando todo tipo de licores y sabores, que a mí me sabían mal, pero su olor  me daba una agradable sensación a pensar en una buena noche de “pedo” y diversión. Al día siguiente analizando y queriendo recordar todo, llegaban los lloros y las lamentaciones recordando las auténticas “gilipoyeces” que puedes llegar a hacer. Pero cuando encontraba a mis amigas sentía alivio y nos reíamos mucho; seguramente competíamos cada una por contar la mejor historia o de haber hecho la mayor tontería.

¿El vacío que yo sentía también lo sentían ellas?, nunca se lo he preguntado. El alcohol era para mí una muleta que sujeta a una persona con cojera. El pilar y base era él, aquella temible y acaparadora sustancia líquida, además de querer poseerme. Los beneficios que me aportaba en aquel entonces eran muchos. No me daba cuenta de que estaba destruyendo poco a poco una adolescencia y juventud  llena de otro tipo de “amiguitos” (por llamarlos de alguna forma) que aportan más en la vida Los beneficios como decía eran tales como: ser el centro de atención de la pandilla, haciendo actos “heróicos” yendo de borracha, cree que me quitaba la timidez y podía así hablar o “vacilar a la gente”. Así sería la que más “cojones” tendría. Era como un gran reto para mí. Las consecuencias: muchas también. Tener una dependencia hacía el alcohol que no hacía libre pues estaba poseída por aquel líquido. Mi madre me veía en esas condiciones y le hacía daño. Así es como me divertía. Todos los fines de semana lo mismo, salía para emborracharme y pasarlo bien. Con el tiempo y situaciones que no esperaba dentro de mi círculo de amistades; llegué  a beber hasta en mi casa. Era tal aquella timidez que hacía que tomara alcohol para relacionarme. Pero aquel vicio no me quitaba las inseguridades que yo tenía en aquel momento. Casi más al revés, las agudizaba cada vez más y más, puesto que no hablaba correctamente y se me tragaba la lengua, añadiendo así mi torpeza ante los demás. Eran situaciones bloqueantes, llegó un punto en que esas situaciones se acabaron porque no podía afrontarlas con seguridad y decidí recluirme en casa. Empezó a despuntar en mí; tras un período grande de tiempo un brote esquizofrénico.

En ese tiempo, entre libros y tele pasaba mis horas. Era una vida completamente diferente Hábitos distintos. La mañana me la pasaba durmiendo. Trataba de centrarme en algo, para no pensar en mi vida. Aparte de dormir demasiado porque prefería estar soñando a vivir aquella pesadilla real. Pasé los peores años de mi vida, encerrada en mi casa sin salir apenas. Tenía esquizofrenia, como digo, por culpa del alcohol o lo que fuere, me había trastocado el pensamiento. Ya no salía con mis amigas, más bien me escondía de ellas. Venían a verme pero yo no podía soportar tanta inseguridad y miedos. Tenía ataques de pánico que soportaba en soledad cuando ellas tras una mentira de mi madre se marchaban. Sufría y sufría lo que no había pensado jamás.


 Mi vida llevada a los extremos se había convertido en una realidad muy dura de llevar.
Un domingo cualquiera me levanté con ganas de morirme. Recordando vagamente lo acontecido el día anterior. Siempre me arrepentía de lo que había hecho, siempre. Pero seguí bebiendo, no se que tenía aquel sabor a güisqui que me ponía como una moto, y lo que era peor… seguía bebiendo. El caso es que me traía muchos problemas. Para mí, la juventud es aprender a descubrir cosas nuevas. Ir aprendiendo de los errores cometidos y en definitiva saber llevar con inteligencia y la sabiduría que van dando los años , esta preciosa vida que a veces nos complicamos nosotros solos dejándonos llevar por los miedos, y a consecuencia lo que ello deriva. Es decir, caminar por la vida  con “muletas” cuando podemos ir solos.

Por aquellos entonces (17 Y 18)  lo que mas me importaba eran mis amigas. Compartía todos mis secretos con ellas. Cogía mi motillo y me iba a darles vueltas por el pueblo. Lo pasábamos genial, yo ahora me veo por esos años independiente, pero… ¿Lo era tanto?, ¿Acaso no dependía de ellas para pasar el tiempo?, salíamos casi con el plato de la comida a la calle como aquel que dice. Digo esto porque no tenía casi trato con mis padres, no tenia confianza con ellos. Quizá si les hubiera escuchado una de tantas veces lo que decían no hubiera sucedido esto … Era tan cabezota que hacía lo que quería, venia a la hora que me daba la gana, cometí muchos errores sin pensar en las consecuencias, pues yendo borracha confiaba mucho en la gente … Como decía, aunque mi madre me echara la bronca por llegar tarde y en aquellas condiciones yo no hacía caso. Nunca teníamos conversaciones de madre a hija porque yo no quería, huía de mi casa, no daba tanta importancia  a la familia de lo que la debería haber hecho. Pero también había cosas buenas, tenía una motito que para mi también significaba mucho. Me sentía libre conduciéndola, pero hasta con ella me vienen recuerdos del maldito alcohol, ya que una noche me escapé de casa, iba muy borracha y llevaba la moto, pensaba dejarla en un pueblo cercano para irme de marcha, faltó poco para que me pegara un buen guarrazo por la carretera, menos mal que no pasaban coches, sino hubiera ido a parar contra alguno.

Todo visto así parece muy negativo, pero es como lo recuerdo. Para entonces, eran puntos a mi favor en la pandilla por ver quien tenía más “cojones”, como dije anteriormente. Ahora lo veo como locuras impropias de cualquier edad . En la vida creo que hay que tenerlos de verdad bien puestos, no para ganar puntos frente a los demás, sino frente a uno mismo y eso se consigue luchando por tener una vida mejor y solventando los tropiezos que ella por el simple hecho de estar vivos te manda.

Para mí el concepto “amistad” me parece una especie de amor que se tiene a una persona que te tiende su mano y se la devuelves cuando la necesita. El resto solo es diversión y conocidos. Hay cosas mucho más importantes en la vida. Tantas que no podría enumerarlas, en mi casa la ayuda de un profesional me ayudo mucho porque tenía innumerables miedos, lo necesitaba, ahora creo que en los colegios e institutos existen especialistas en psicología, creo que esta muy bien, pues si existiera algún problema de este calibre, ahí están ellos para ayudar.

He tenido que visitar a muchos de estos especialistas, y en la actualidad lo sigo haciendo ya que lo necesito …


Ana.

1 comentario:

  1. Muchas gracias, Ana, por compartir tu experiencia. Eres muy valiente y generosa. Es de gran ayuda para otra personas que están pasando o han pasado por situaciones parecidas. A partir de ahora, utiliza los recursos que necesites: profesionales, medicación, actividades,... para encontrarte cada día un poco mejor. Un fuerte abrazo y ánimo!

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