Gabriel
despierta. Llaman a la puerta -buenos días- contesta desde la cama.
Palabra clave "septicemia", siente la náusea cotidiana, el
vacío de volver a la vida. Enciende el teléfono y pone música en
la radio. IP: 88.673.24.91, el día ya está en el mediodía. Se
viste y comienza la gincana diaria: va al estanco, desayuna un café
con leche caliente en un bar leyendo el periódico. No encuentra nada
y decide darse un paseo por el anillo ciclista andando despacio. Se
sienta en un banco del parque a fumar un cigarrillo. Al poco aparece
un runner vestido con ropa de licra verde; un poco después una
familia en bicicleta. El ruido de la autopista le aturde, y sigue
caminando. Se cruza con perros de todos los pelajes, sueltos, con
bozal, más runner, más ciclistas; y por una puerta lateral se
incorpora a la ciudad. Busca el camino menos transitado hasta la
biblioteca. Se pone a curiosear por las estanterías en busca de una
nueva palabra. Debe verla escrita u oírla y sólo entonces acabará
la náusea o eso cree. Pasea por las estanterías como el Barón
rapante, sin irse por las ramas, hasta que una palabra estalla como
un fulgor STOCKHOLM y despierta.
David
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