Uno de estos jueves de invierno de los que las hojas caducas de los árboles tiñen el suelo de marrón y castaño decidimos hacer una excursión al Hayedo de Tejera Negra para contemplar el hermoso paraje que existe cerca del pueblo de Cantalojas y dar un paseo por las sendas que lo atraviesan. Salimos del CRPSL a las nueve y cuarto y todo apuntaba a que iba a hacernos un buen día. Durante el trayecto aproveché y me puse a leer las últimas páginas del libro que estábamos comentando en el club de lectura. Aunque el Hayedo está bastante retirado de la capital, no tardamos excesivo tiempo en llegar. Creo que a casi todos los que fuimos nos resultó un viaje entretenido porque nos pusieron una película en el autobús. El paisaje que pudimos contemplar durante el viaje a medida que nos íbamos acercando al Hayedo no deja indiferente a nadie que pase por allí. Sobre las once hicimos un alto en el camino para tomar algo en Galve del Sorbe. Fuimos sorprendidos por un gato muy pequeñito que buscaba algo de calor y compañía y que se metió con nosotros en el bar. Nos acercamos a él y le hicimos unas carantoñas. A las once y media continuamos el viaje hasta el Hayedo; nos quedaban unos pocos kilómetros y sobre las doce llegamos a aquel magnífico lugar. Bajamos del autobús y emprendimos la marcha pero nos tuvimos que abrigar bastante porque venía un aire muy frío de las montañas. Íbamos caminando muy cerca del río; podíamos escuchar el transcurrir del agua valle abajo. Adelantamos a una excursión de colegiales que nos saludaron amigablemente. Nos desviamos por una senda que transcurría por un pequeño valle que nos resguardaba del viento y tras continuar subiendo, aparecieron los primeros copos de nieve. Atravesamos un par de veces un pequeño arroyo y no tardamos mucho en llegar a La Carbonera. A lo largo de la travesía, algunos carteles explicativos de la flora y fauna autóctona. A partir de ahí el camino se hizo cada vez más empinado hasta convertirse en una verdadera cuesta hacia el páramo. Cuando llegamos a la mitad hicimos un pequeño descanso para reponer fuerzas y esperar a nuestros compañeros rezagados. Ya en la cumbre aprovechamos para sacar unas fotos y tomar un aperitivo. Nos quedaba la mitad de la travesía y el camino continuaba nevado a través de los árboles desnudos. Continuamos andando por la senda y me tuve que abrir el plumas y quitarme el gorro porque ya empezaba a asomar el sol entre las nubes que se reflejaba en la nieve y nos alegraba el día. Continuamos andando y llegamos a una explanada que acababa en descenso; allí nos estaban esperando nuestros compañeros que habían decidido no hacer el camino más duro de subida a la cumbre. Nos detuvimos muy cerquita del autobús y allí comentamos qué tal nos había ido la marcha. El sol iluminaba ya de lleno la enorme explanada y el río que transcurría valle abajo. Nos comimos el bocadillo apoyados en unos pilares de piedra hechos con pizarra y cuando acabamos subimos al autobús y perdimos el privilegio de respirar aquel aire tan puro. Nos encaminamos otra vez hacia Galve del Sorbe y tuvimos la oportunidad de ver unos hermosos prados custodiados por algunas vacas que descansaban o rumiaban algo de pasto. Llegamos a Galve del Sorbe y aprovechamos para tomar un café o un cola-cao en mi caso. El viaje de vuelta transcurrió con normalidad y llegamos al CRPSL sobre las cinco y media de la tarde. Un hermoso paraje que merece la pena visitar para deleite de los verdaderos amantes de la naturaleza. Roberto
Este articulo esta escrito fenomenalmente ya que nos indica como pasar un dia de campo en un paisaje digno de disfrutar. Es maravilloso andar con el ruido del agua transparente y las hojas caidas de los arboles que dan vida a un lugar extraordinario.
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